viernes, 23 de abril de 2010

El objeto de ser un guerrero.

No quiero ni debo escapar.

Me gusta lo complicado,
enfrentar el dolor y los terrores del mundo.

Me da satisfacción levantarme del suelo
sintiéndome cada vez más distante del vacío de las calles.

Me ánima la idea de reconciliarme con el mundo.
De buscar las virtudes en cada personaje,
de vivir con mis problemas y solucionar los acertijos del mundo.

Me causa placer encontrar el amor en cada esquina,
en todo rincón, latiendo cual pulmón,
dejándome respirar del venenoso humo de la soledad interna.

Me alegra esperar la muerte sin temor al toque de sus caricias.

Me fascina correr con locura como si nada importara.
Sonrío al descubrir en los cuerdos y los sobrios la intención de vivir en su caos privado.

Me agrada saber encontrar los sitios bellos de la ciudad,
iluminar y apagar las luces de mis ojos, reír, llorar y herirme
me da la sensación de que no debo rendirme.

La desesperación toca mi portal por las madrugadas,
tal vez por eso no duermo,
sueño despierto,
creo paisajes e historias sobre la inmortalidad del amor
y la debilidad del orden.

Sujeto mi casco pensando en ceder.
Dejarme caer una última vez para descansar cobijado en las sombras del odio.
Mirar las estrellas incendiándose lejanas, muriendo sin cesar, alterando cada mañana.

Soy un guerrero, apasionado, maniaco, solitario, perspicaz, acalorado, viciado, natural y disfrazado, soy sincero y complicado.
El amar mi legado y la locura, semilla de mi estado.

“Naturaleza, amor y armonía, se plasma en el arte de la poesía y resbala por los labios de los amantes”.

Seguir adelante, he ahí mi “poder mutante”. Soy Gaia, el loco

lunes, 15 de marzo de 2010

A raíz de lo reciente, y la experiencia vivída

amino silencioso, pensativo, las oscuras paredes de la Universidad a mi lado sonrién frías ante mi pesadumbre.

Se forma el miedo a la soledad en el bombeo de mis venas,
el odio escapa entre mis poros humedos y mis ojos cansados;
comienza todo...

Como un ritmo del norte los tambores resuenan en las ventanas,
el piso se mueve como el suave oleaje de Natri.

Me detengo un momento para admirar el despertar del planeta, el cómo sus suspiros se transforman en gritos y cantos antiguos. Caen trozos sobre la vereda, el polvo se eleva y las luces pacientes se revientan de furia.

Todo esta a oscuras, no se porque la primera impresión que tuve fue de que había provocado todo esto, a que nivel puede llevar la furia del ser humano?

Miro al fin el cielo de la ciudad despejado de las incomodas luces artificiales,
el niebla de cemento se disipa son el asomo de las antiguas estampidas del valle de Santiago, paseo ahumada y estado se convierten en acantilados y callejones de perdición.

Las palabras fluyen entre los que no se ven los rostros en la sombra, están a salvo, con sus creencias intactas y su paciencia activa.

Esperan con calma lo que viene, como lo que es; un inconveniente natural y esperable.

Sigo el paseo hundida aún en un espasmo constante, sin alinearme con lo que pasa en el corazón de los que salen asustados de las torres de la ciudad, la plaza se llena de razas distintas y miles de ojos oscuros.

Se ven todos tan iguales, tan indefensos, tan abandonados. Sueltan todos sus miedos cubiertos de rutina y se dejan llevar por los instintos de sobrevivir; abren puertas en los altos pisos a empujones, los truenos de los viejos edificios asustan a las parejas que dormían seguras o se amaban en el momento en que empieza la danza cósmica.

Todo pasa rápido para mí, no siento la necesidad de correr ni gritar, sólo miro el cielo oscuro al fin. La luna iluminando pálida y tímida mi rostro, aúllo a su luz hipnotizada nuevamente como siempre, con su belleza fingida.


Sin duda pensé en ti, y en muchos otros, pensado tal vez en que no tomarían esta situación como yo... no temo a la muerte, ni al desastre, ni al dolor, soy consciente de la solidaridad que tengo antes de que el mundo me golpee.

Confío plenamente en el tiempo, la incertidumbre, los elementos, el amor, la inteligencia, la paciencia y la honestidad, sé quien soy...

si muriera ahora, no me arrepentiría de nada. Cuantos puede decir esto?

Sin embargo, sé que podría ser mejor... y podría estar peor como ya lo he estado...


Me despido, disfrutando del baile que inician las capaz terrestres y el fuego que las quema desde dentro, me despido celebrando el pasado, que es lo que más tengo, el presente fugaz y el futuro infinito...

Saludos, que no sea necesario el desastre para que despierten las conciencias...

viernes, 1 de enero de 2010

Sìntesis



Protégeme de mis deseos. Los deseos de vivir una peligrosa aventura, los deseos de sufrir por un amor escandaloso.  Los deseos de volverme loco…

Déjame amarte sin razón aparente, aunque no lo entiendas, aunque me olvides, aunque el que llore la ausencia de ciertos abrazos sólo sea yo. Aunque los aromas especiales se pierdan en el portal de tu mente, entre tus propios recuerdos, entre los eternos segundos.

Entre las dificultades, los augurios, las penas, los insultos, la inmadurez de los adultos, la seriedad de los infantes. Olvidándome entre sonrisas cortantes, escribiendo con versos invisibles.

Perdonando, olvidando, descubriendo cosas nuevas en cada soplo de tu viento, en cada orilla de tu encuentro. Lloviendo entre aguas parecidas a las lágrimas, entre seres similares en entrañas, entre coincidencias y profecías extrañas.

Llévame a un mundo donde se pierdan las ramas y semillas. Llévame a morir entre tus brazos, llévame a vivir por tus abrazos.

Déjame disfrutar cada encuentro, cada abrazo, cada caricia, cada beso, cada intento.

Déjame caer en la desesperación de los irracionales celos, déjame el calor de tus deseos, llévame con tus manos a pasear entre mis dedos, deja que los míos jueguen en tus cabellos.

Regálame el perfil de tus labios en la oscuridad de una habitación, invítame a mi cuarto con una mujer desconocida en sensación.

Rompamos las amarras de los adjetivos calificativos, olvidemos nuestros nombres en el éxtasis de la eternidad, llevémonos los recuerdos, hagamos los sueños realidad.

Fundamos las armas entre los nudos de la tierra, sequemos el egoísmo, la ambición, el miedo, juntemos nuestros labios entre el deseo de algo mejor. Hundirse en los ojos ardientes de los seres elementales…

Llevemos el poder de la voz a las mentes circundantes, lancemos los rayos de sol a los pilares de la incertidumbre, empalicemos con la nada y el infinito. Limpiemos con agua los males del mundo, cubramos con tierra las explosiones de pólvora y odio, que el viento se lleve las envidias y los malos acuerdos, quememos vivaces el temor de ser libres.

Volvamos a perder el control de la realidad, amemos en verdad, cortemos la piel rocosa de nuestras jaulas y prejuicios.

Equilibrémonos juntos, amemos y dialoguemos, vivamos, eternos. Buscando la alegria tras el tormento.

Gaia, el loco